En cualquier disciplina deportiva, y también en la vida, hay una serie de pilares básicos que se deben reforzar y tener en cuenta para lograr conseguir aquello que queremos.
Mi experiencia me ha permitido resumir en diez puntos los escalones para lograr el éxito deportivo.
DECÁLOGO DEL ÉXITO DEPORTIVO
1.
Motivación: hay que hablar de la motivación
propia de cada deportista (intrínseca) y la motivación que se le ofrece
(extrínseca). La motivación individual, interna, es trabajo de cada deportista.
Es él y solo él quien debe encontrarla y fijarla. En cuanto a la motivación
extrínseca, podemos y debemos trabajarla. ¿Cómo? cada deportista y el equipo,
en general, se deben sentir valorados. Deben percibirse como parte importante
de un todo. También se les debe hacer partícipes de los procesos de decisión y
darles responsabilidades. Los objetivos que se marquen, deben suponer un reto
acorde a sus capacidades. Exigir demasiado, frustra; infravalorar, estanca.
Ambas situaciones conllevan el abandono. La variedad en el programa de
entrenamiento es otro factor a tener en cuenta. No se trata de evitar establecer rutinas (al contrario, son necesarias), sino de ofrecer otras formas de enfocar los entrenos. También
se deben contraatacar las ideas y expectativas negativas.
2.
Objetivos y metas: la claridad de metas es la
base de la motivación y de la constancia. Sin unos objetivos (comunes e
individuales) no se persevera ni se trabaja para lograr el mejor rendimiento.
Los objetivos que se marquen han de ser realistas y, a la vez, suponer un reto
apetecible para los deportistas. Se deben marcar a corto, medio y largo plazo,
para que se perciba progresión sin quemarse ni aburrirse. Además, han de ser formulados en positivo,
esto es, en vez de establecer “no bajar de 4 minutos el kilómetro” marcaríamos
“lograr hacer el km en menos 4 minutos”. También deben ser muy concretos y
específicos. No sirve “ganar la liga”. Serviría: “Quedar entre los 5 primeros
en la ida.” (es un objetivo en positivo, a medio plazo y concreto).
3.
Feedback: analizar la ejecución y los resultados
con el fin de corregir errores, reforzar lo que se hace bien, modificar lo
necesario y evaluar y valorar la progresión. No se debe reducir a señalar los
errores, sino que exige su corrección y, además, el reconocimiento de aquello
que se hace bien. Este análisis no se debe limitar sólo a la
competición. Es un proceso constante y continuo.
4.
Recompensa: al igual que se establecen las metas
a corto, medio y largo plazo, las recompensas también se deben ofrecer
simultáneamente. Si los deportistas cumplen un objetivo y no se les refuerza,
estaremos pasando por alto su esfuerzo y dedicación y, por tanto, corremos el
riesgo de desmotivarlos y afectar así negativamente al rendimiento.
5.
Comunicación: entre entrenador y deportista(s) y
entre todos los miembros del equipo. Ha de ser fluida; se debe fomentar un
clima positivo y agradable, donde el respeto mutuo guíe las actitudes. Deben
sentir que son libres de opinar y contribuir y que esas ideas se tienen en
cuenta y son valoradas.
6.
Esfuerzo: físico y mental. Me refiero a la lucha
constante (individual y/o colectiva) que se debe mantener para lograr los
objetivos. Se trata de superación, perseverancia y competitividad.
7.
Disciplina: compromiso individual y grupal; la
tenacidad. La constancia en los entrenamientos, el establecimiento de rutinas
(individuales y grupales), el cumplimiento de horarios, estructurar, preparar y
cumplir las sesiones de entrenamiento, realizar las series marcadas…
8.
Confianza: ser conscientes de las capacidades y
talento que se posee y creer en ello.
Confiar también en el resto de los compañeros del equipo y en el
entrenador. Los objetivos claros y el feedback, influyen en la autoconfianza y
en la confianza grupal. La confianza se resumiría en cuatro palabras: creer en
ti mismo.
9.
Cohesión: fomentar el sentimiento de orgullo de
pertenencia al grupo. Se trata de que se sientan identificados con los valores
del equipo, que se comprometan. Para ello se han de establecer unas normas
comunes de conducta, se debe crear un clima de positividad, se ha de fomentar
la colaboración, la generosidad y la responsabilidad. Tener un proyecto común
hace que se cree un sentimiento de lealtad al equipo y a los compañeros.
También se ha de maximizar la influencia social, favoreciendo la interacción
entre los compañeros, promoviendo la noción de grupo y organizando actividades
para amigos y familiares (apoyo en competición).
10.
Humildad: tanto en las victorias como en las
derrotas; a nivel individual, con los compañeros y con los rivales. No se debe
fomentar el negativismo ni el rencor ni el juego sucio; tampoco el alarde o el pavoneo . Hay que
dejar bien claro que, como decía Saramago “la derrota tiene algo positivo,
nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es
definitiva”. Todo es temporal y dependemos sólo de nuestro trabajo diario.
