Se acerca el fin del verano, tenemos Septiembre ahí. Y a
todos nos pasa que, como en Enero, nos planteamos cambios, metas, pasar
páginas, poner puntos y aparte/finales… nos fijamos unos propósitos.
¿Cómo hacemos para que esos propósitos se conviertan en
realidades?
Antes de nada, has de tener claro qué quieres tú. Si tu
objetivo se basa en la imposición de alguien o está dictado por lo que los
demás esperan de ti, y no parte de que realmente quieras hacerlo, será muy
factible que abandones pronto. ¿Quieres hacer deporte? Haz un deporte que te
guste a ti, no a tus amigos. ¿Quieres estudiar algo? Estudia lo que te guste a
ti, no a tu familia. ¿Quieres aprender un idioma? Aprende uno que te interese a
ti.
También hay que evitar ser nuestro peor enemigo. No busques
excusas para no hacerlo, no pospongas. Si te has propuesto correr 3 días a la
semana, y uno de ellos llueve, deja de pensar “qué frío hace...” “…lo agustito
que estoy en casa…” simplemente, hazlo. Y hazlo YA. Te pones los playeros y el
chubasquero, y sales. La voluntad está en ti. Gran parte de las cosas que
merecen la pena siempre requieren esfuerzo, compromiso, perseverancia,
paciencia y, por supuesto, renuncias. Nada cae del cielo, no hay suerte, hay
constancia y determinación.
Los objetivos que nos marquemos han de estar en función de
nuestra edad, circunstancias personales, condición física… es decir, deben ser
realistas. Para mí, participar en los Juegos Olímpicos, por mucho que me ponga en forma,
es imposible. En cambio, realizar una media maratón sí que es factible.
Las metas que te pongas, también deben suponer un reto,
deben ser realizables. Algo que te motive y se pueda lograr. Si el reto es
demasiado exigente, te frustrarás al ver que no avanzas y acabarás abandonando. Y si resulta demasiado fácil, desistirás por aburrimiento.
Recomendaría que una vez que ya tienes claros tus objetivos los plasmes por escrito y los pongas en un lugar visible. Ten en cuenta que quieres
cambiar unos hábitos por otros, y acostumbrarse a los cambios, cuesta. Nuestro
cerebro se adapta más fácilmente si ve las cosas. Además, puedes ir
anotando tus progresos y tachando lo que vas cumpliendo, para que veas si vas
bien encaminado o necesitas modificar alguna cosa. Por ejemplo puedes ir anotando tu
peso, o los kilómetros que corres a la semana o las calificaciones que vas
obteniendo. Todo lo que sirva para medir nuestros avances será bienvenido.
También tienes que ir premiándote cuando vayas subiendo peldaños. Hay que
dividir el objetivo general en objetivos a corto, medio y largo plazo. Como las
etapas en la vuelta ciclista.
Un objetivo general puede ser: aprobar todas las
asignaturas este curso.
Para lograr este propósito, tienes que temporalizarlo, establecer pequeñas metas en el tiempo (ir a clase todos los días, estudiar cada día X
horas, llevar los apuntes al día, aprobar los parciales…), porque si te quedas en ese objetivo tan general, lo vas a ver muy lejos y empezarás a vaguear…
En resumen, debes saber que los objetivos deben ser:
personales, realistas, realizables y medibles.
Teniendo claro qué es lo que quieres, por qué y para qué lo
quieres y cómo vas a lograrlo, sólo te queda una cosa: ACTUAR.
TÚ PUEDES LOGRAR LO QUE TE PROPONGAS. LA VOLUNTAD ESTÁ EN TI.

No hay comentarios:
Publicar un comentario