viernes, 29 de agosto de 2014

"A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad." Víctor Hugo.


Se acerca el fin del verano, tenemos Septiembre ahí. Y a todos nos pasa que, como en Enero, nos planteamos cambios, metas, pasar páginas, poner puntos y aparte/finales… nos fijamos unos propósitos.

¿Cómo hacemos para que esos propósitos se conviertan en realidades?
Antes de nada, has de tener claro qué quieres tú. Si tu objetivo se basa en la imposición de alguien o está dictado por lo que los demás esperan de ti, y no parte de que realmente quieras hacerlo, será muy factible que abandones pronto. ¿Quieres hacer deporte? Haz un deporte que te guste a ti, no a tus amigos. ¿Quieres estudiar algo? Estudia lo que te guste a ti, no a tu familia. ¿Quieres aprender un idioma? Aprende uno que te interese a ti.

También hay que evitar ser nuestro peor enemigo. No busques excusas para no hacerlo, no pospongas. Si te has propuesto correr 3 días a la semana, y uno de ellos llueve, deja de pensar “qué frío hace...” “…lo agustito que estoy en casa…” simplemente, hazlo. Y hazlo YA. Te pones los playeros y el chubasquero, y sales. La voluntad está en ti. Gran parte de las cosas que merecen la pena siempre requieren esfuerzo, compromiso, perseverancia, paciencia y, por supuesto, renuncias. Nada cae del cielo, no hay suerte, hay constancia y determinación.

Los objetivos que nos marquemos han de estar en función de nuestra edad, circunstancias personales, condición física… es decir, deben ser realistas. Para mí, participar en los Juegos Olímpicos, por mucho que me ponga en forma, es imposible. En cambio, realizar una media maratón sí que es factible.
Las metas que te pongas, también deben suponer un reto, deben ser realizables. Algo que te motive y se pueda lograr. Si el reto es demasiado exigente, te frustrarás al ver que no avanzas y acabarás abandonando. Y si resulta demasiado fácil, desistirás por aburrimiento.

Recomendaría que una vez que ya tienes claros tus objetivos los plasmes por escrito y los pongas en un lugar visible. Ten en cuenta que quieres cambiar unos hábitos por otros, y acostumbrarse a los cambios, cuesta. Nuestro cerebro se adapta más fácilmente si ve las cosas. Además, puedes ir anotando tus progresos y tachando lo que vas cumpliendo, para que veas si vas bien encaminado o necesitas modificar alguna cosa. Por ejemplo puedes ir anotando tu peso, o los kilómetros que corres a la semana o las calificaciones que vas obteniendo. Todo lo que sirva para medir nuestros avances será bienvenido. También tienes que ir premiándote cuando vayas subiendo peldaños. Hay que dividir el objetivo general en objetivos a corto, medio y largo plazo. Como las etapas en la vuelta ciclista. 
Un objetivo general puede ser: aprobar todas las asignaturas este curso.
Para lograr este propósito, tienes que temporalizarlo, establecer pequeñas metas en el tiempo (ir a clase todos los días, estudiar cada día X horas, llevar los apuntes al día, aprobar los parciales…), porque si te quedas en ese objetivo tan general, lo vas a ver muy lejos y empezarás a vaguear…

En resumen, debes saber que los objetivos deben ser: personales, realistas, realizables y medibles.
Teniendo claro qué es lo que quieres, por qué y para qué lo quieres y cómo vas a lograrlo, sólo te queda una cosa: ACTUAR.


TÚ PUEDES LOGRAR LO QUE TE PROPONGAS. LA VOLUNTAD ESTÁ EN TI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario